Así se toma una sauna | El Correo

2022-03-18 03:44:42 By : Ms. Hellen Yang

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Llega el invierno y con el frío las saunas inauguran su temporada alta. La mayoría de los gimnasios y clubes deportivos incluyen ya este servicio, que tiene un enorme tirón entre los usuarios. Pero, ¿supone riesgo para el corazón? ¿O son beneficiosas para la salud cardiovascular? Los médicos despejan esta duda.

La especialista en cardiología Ainhoa Rubio explica que los estudios realizados han demostrado que el uso habitual de la sauna finlandesa es saludable y tiene efectos positivos en el sistema cardiovascular. «Baja la tensión, hay más flujo sanguíneo, más riego periférico, incluso algunas investigaciones prueban que disminuye la rigidez de las arterias», apunta la médico del Servicio Vasco de Salud y del centro sanitario IMQ. Rubio explica que cuando estamos en la sauna suben las pulsaciones, «hacemos ejercicio sin mover los músculos». El efecto positivo para el corazón es similar a «salir a caminar». «Y si se combinan las saunas, como una rutina varias veces por semana, con ejercicio físico habitual los beneficios cardiovasculares se multiplican», subraya. Incluso las sesiones de sauna finlandesa son recomendables para personas con dolencias de corazón «que se encuentran en situación estable». Solo en los casos de insuficiencia cardiaca severa o infartos recientes debería evitarse.

Lorenzo Armenteros, portavoz de la Sociedad Española de Médicos Generalistas y de Familia, destaca que si se utilizan con «prudencia, el tiempo correcto» y siguiendo unas recomendaciones básicas producen muchos efectos positivos en el organismo: mejoran la circulación sanguínea, eliminan toxinas, despejan las vías respiratorias, relajan los músculos, son un bálsamo para los dolores de articulaciones y la artrosis y calman el estrés. Coincide en que al aumentar el ritmo cardiaco, «es como si se hiciera ejercicio físico», con lo que su uso habitual puede ayudar a «bajar de peso».

Añade a la lista de personas que no deberían someterse a estos baños de calor extremo quienes sufren glaucoma, asma grave, insuficiencia respiratoria o procesos infecciosos. Armenteros lanza dos advertencias: la temperatura del cuerpo nunca debe superar los 39 grados y el paso del calor al frío de la ducha debe ser «paulatino», sin cambios bruscos,

En todo caso, hay que seguir unas recomendaciones para no tener un susto. El fabricante Saunapool ha elaborado un manual de usuario de saunas finlandesas, que es muy importante conocer antes de iniciarse en esta costumbre nórdica.

El termómetro dentro de la sauna no debe superar los 80 o 90 grados. Si es la primera vez, no debemos permanecer más de diez minutos, ya que la tensión arterial suele bajar. Una vez cumplido ese tiempo hay que tomar una ducha de agua fresca. Después de varias sesiones el cuerpo se acostumbra y podemos hacer dos entradas a la sauna. No hay que superar las tres repeticiones ni prolongar cada una de ellas más de 15 minutos. Antes de salir de la cabina hay que sentarse con los pies colgando, para que la circulación de la sangre baje y no se produzcan mareos.

Al acabar la sesión es aconsejable descansar unos 30 minutos tumbados para terminar de sudar. De esa forma se consigue que el cuerpo se aclimate a la temperatura ambiente. Tras tomar una sauna también es beneficioso para el organismo salir al aire libre con el fin de enfriar las vías respiratorias. Después, una ducha con agua fría es muy bueno para la circulación sanguínea. Hay que dirigir la ducha desde las piernas hasta la mitad del cuerpo. Ypara finalizar, hidratarse, beber agua, preparados isotónicos o zumos de fruta, con el fin de recuperar todos los minerales que se pierden con el sudor.

Nunca se debe entrar a una sauna con sed o con el estómago lleno. Hay que esperar como mínimo una hora después de haber comido. Tampoco es aconsejable si nos sentimos agotados. Mientras se está en una sesión de sauna no hay que beber. Es necesario soltar los líquidos que están en el cuerpo sin reponerlos. Tampoco hay que hacer ejercicios dentro de la cabina, ni mantener conversaciones, ya que se cargaría la respiración de forma innecesaria, ni frotarse la piel porque provocará picores. Las duchas calientes al acabar no son buenas ni abrigarse para seguir sudando al finalizar. No ayuda a adelgazar y los tóxicos que podían salir ya se eliminaron por los poros abiertos y el sudor durante la sesión.

La sauna finlandesa es una de las más conocidas y utilizada. Funciona con un sistema de resistencias eléctricas que calienta las piedras que, tras ponerse al rojo vivo, desprenden calor seco. La temperatura en la cabina oscila entre los 80 y lo 90°C; y la humedad, por debajo del 20%. En los baños turcos o saunas de vapor la temperatura suele estar entre 50 y 70ºC y, al ser un calor que proviene del vapor de agua, la humedad del ambiente llega al 100%. Cada una tiene ventajas diferentes. La finlandesa es muy buena para activar la circulación y para dolores musculares y de articulaciones o artritis, mientras que los baños turcos son ideales para mejorar alergias o congestiones, pero no tan positivas para personas que sufren problemas de huesos, debido al alto grado de humedad.